Citas Bíblicas: Zc 8,1-8; Sal 101; Lc 9,46-50.
La pequeñez no es lo que más llame la atención en una
cultura de la competencia, más bien en ella se rechaza en nombre de la
grandeza, del éxito, del bienestar, del triunfo, del reconocimiento. Pero,
desde la perspectiva divina, la pequeñez es de gran estima y valor. Los textos bíblicos ponen su acento en ella.
Zacarías repite el estribillo “Esto dice el Señor de los ejércitos”, para
enfatizar el gusto del Señor por su pueblo Israel y su ciudad Jerusalén en
medio de las naciones. A ella ha elegido Él, en ella quiere vivir, a ella la
llenará de la alegría de los niños, jóvenes y ancianos. La elección de Dios es
por lo pequeño, para engrandecer con su presencia con su poder, que hace
posible lo imposible.
En el evangelio, la pequeñez es signo de la grandeza y el
modelo elegido por Jesús es un niño, dependiente del cuidado de los padres, que
no se vale por sí mismo, que en la cultura de su tiempo sólo tenía valor en la
medida que llegaba a ser adulto, pero que alberga en su ser la pureza, la
honestidad… Por eso Dios elige lo pequeño para manifestar su gloria, para
confundir a los poderosos, para que su misericordia sea visibles a todos.
Hacerse pequeño no es tarea fácil, pero para el creyente es tarea obligatoria,
es una necesidad, solo así se pone en evidencia que es el Señor quien sostiene
a los suyos en todo momento. Hacerse pequeño, elegir la pequeñez es el reto que
enfrenta el creyente para vivir con autenticidad.