Carlos Astorga

Carlos Astorga

miércoles, 24 de abril de 2013

El Monacato en el Desierto

Los orígenes del monacato coinciden con el final de las persecuciones y los monjes van a ser los sucesores de los mártires. Es difícil establecer una división. Nos encontramos en un momento en que el Edicto de Milán ha declarado la paz y el Cristianismo ha sido declarada religión oficial del Imperio Romano en el año 380 por Teodosio el Grande.

Hombre solitario en Oración
El monacato del desierto se considera como una denuncia profética. Aparece como una reacción ante una vida degradada. De las catacumbas símbolo de la represión de los cristianos se pasa a las grutas y celdas solitarias.

La ascesis en los orígenes no era para luchar contra la carne, era sobretodo para fortalecer la opción de la fe hecha por el bautismo. Más que una forma de protesta se convierte en una forma de vivir que tiene su origen en una llamada de Dios. Buscan el desprendimiento y el fervor que ya no se pueden encontrar en ese mundo que ahora se ha tornado excesivamente acogedor para los cristianos. Estos cristianos que huyen a la soledad de los desiertos quieren ser el corazón de la Iglesia que antes habían sido los mártires: una llamada permanente a la condición escatológica del cristiano, que debe vivir este mundo como de paso, sin ciudad permanente. Los monjes se apartan del mundo, protestando contra él. Buscan la serenidad, la calma, la honradez que no pueden encontrar en sus familias. Son gentes mal vestidas. Que no se lavan, no se cortan las uñas. Protestan contra una Iglesia demasiado instalada, farisaica, cómoda, rica y poderosa

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